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Pornomiseria: a pejorative concept

Updated: Jan 4, 2021

Agarrando pueblo (1977) - Luis Ospina and Carlos Mayolo.


By: Santiago Rodríguez Cárdenas.

Fotograma Agarrando Pueblo (1977)

“Nuestra originalidad es nuestra hambre, y nuestra mayor miseria es que este hambre, siendo sentido, no es comprendido”

Glauber Rocha

La palabra pornomiseria emerge a raíz de quizás una de la obra más reconocidas en el cine colombiano, un film dirigido por Carlos Mayolo y Luis Ospina. Agarrando pueblo es un falso documental que dio origen a dicho concepto, tratando de hacer una crítica a las nuevas formas en que los realizadores trataban la miseria y la convertían en una mercancía llamativa especialmente para el exterior.

En los últimos años, la palabra pornomiseria se ha popularizado y se ha convertido en un concepto vago aplicado sin fundamento en el habla cotidiana, siendo utilizada de forma peyorativa para atacar films como La mujer del animal, último largometraje del director Colombiano Víctor Gaviria, La tierra y la sombra (Cesar Acevedo), Oscuro Animal (Felipe Guerrero) Ella (Libia Stella Gómez) entre muchos otras películas colombianas que abordan como temática principal muchas de las situaciones, políticas, económicas y sociales por las que ha atravesado o está atravesando el país.


Fotograma La tierra y la sombra (2015)


No solo los films colombianos han sido “Juzgados” de ser pornomiseria, sino que también, el cine latinoamericano en general ha sido catalogado dentro de este concepto al sus historias estar desarrolladas en contextos marginales y lugares periféricos de la ciudad, donde sus protagonistas se desenvuelven en contextos de bajos recursos. Esto puede evidenciarse en películas como Ciudad de dios (Fernando Meirelles, Kátia Lund ) o la filmografía de Víctor Gaviria con películas como Rodrigo d no futuro, La vendedora de rosas y Sumas y restas.

Antes de discriminar dichas películas y en general atacar el cine colombiano por preocuparse por asuntos como el conflicto armado, los campesinos, las guerrillas, el paramilitarismo, la violencia, el narcotráfico, la pobreza y demás; deberíamos hacer un rápido análisis en la historia del cine latino americano, para darnos cuenta que quizás, nada de esto ha sido gratuito; sino que por el contrario es el resultado de unos hechos históricos, y un contexto social y económico al que se han tenido que enfrentar los países latino americanos.

Si bien no estoy diciendo que la crítica de Carlos Mayolo y Luis Ospina sea errada, o que bajo mi criterio la considere incorrecta, si pienso que la pornomiseria es una palabra que debemos tratar con bastante cuidado; debemos entender que estas temáticas no emergen en los últimos años, sino que por el contrario han surgido muchas décadas atrás con directores como Luis Buñuel en México, Glauber Rocha en Brasil Gutiérrez Alea en Cuba, entre otros Cineastas que han pertenecido a movimientos con objetivos de cambio, revolución y conciencia de su entorno.

Corrientes como el neorrealismo italiano también influyeron en los movimientos y estéticas latinoamericanas como El Cinema Novo, La Estética del Hambre y La Estética de la Violencia; estilos impulsados por acontecimientos históricos como la revolución cubana, que impulsaron la creación del ICAIC y dieron origen a nuevas generaciones de realizadores, que, preocupados por alejarse de la industria Hollywoodense, querían encontrar una identidad y estilo propio dejando atrás los complejos de inferioridad.


Dichos cineastas empezaron a retratar en sus films sus problemáticas, ubicando sus historias en espacios geográficos en que sus continentes carecían de una presencia del estado, produciendo situaciones y condiciones inhumanas para vivir. En mi opinión, antes de atacar su cine o discriminarlo por su condición de “PORNOMISERIA” deberíamos entender que América latina ha sido un continente que desde sus inicios ha sido víctima de abusos, violencia y pobreza; ha sido un continente al margen de Norteamérica o Europa, y si bien, no desmiento del toda la idea de que estos temas se han convertido en un arma para llamar la atención del exterior a nuestro cine, me pregunto: ¿De qué más podría hablar un continente que ha sido oprimido, apaleado, asesinado, empobrecido saqueado, si no es de su hambre?

Fernando vallejo un escritor y director de cine colombiano, en su película En la tormenta, muestra la violencia bipartidista del país de una forma bastante cruda y visceral, en el documental La desazón suprema que realiza Luis Ospina acerca de Vallejo, se hace evidente el contexto y realidad en el que este director creció, una comuna de Medellín con bastante problemáticas, en dicho documental Vallejo menciona:



¿Qué querían que filmara? ¿Paisajitos, arbolitos, riitos?"

Fernando Vallejo.



Si bien todos los argumentos anteriores parecieran apuntar a que defiendo firmemente el hablar de estos temas, no quiere decir que desconozca las problemáticas que dicha categoría de “Pornomiseria” ha generado.

Es evidente que los mercados y festivales principalmente europeos, han convertido “Nuestra hambre” como lo menciona Rocha, en una especie de exotismo (cosa que también es nuestra culpa). No es gratuito que las últimas películas reconocidas en festivales internacionales como El abrazo de la serpiente, Los viajes del viento, La tierra y la sombra, entre muchas otras, toquen temas como los indígenas, los campesinos y nuestros antepasados, que refuerzan la idea del país tercermundista que somos y que tanto llama la atención a las grandes potencias. Parece ser que en el afán de conseguir una identidad, hemos vendido una imagen de un país con paisajes exóticos que no es del todo objetiva ni ofrece un panorama completo de lo que somos. Esto, ha hecho que los festivales lleguen al punto de juzgar o descalificar una película por no parecer colombiana, a lo que me pregunto ¿Qué tiene que tener una película para ser considerada colombiana? ¿Acaso en Colombia no suceden dramas de amor, historias adolescentes, entre los muchos otros temas que cualquier colombiano podría abarcar?

Todo esto para decir que la pornomiseria, en mi opinión, es una concepto que debe tratarse con cuidado, y no adoptar una posición maniquea frente a ello, si bien mi intención no es reducir a América latina a estos temas, debemos reconocer que el cine ha estado vinculado a lo largo de la historia al contexto en el que se desarrolla y por ello hablar de esto me parece una forma bastante sincera de hacer cine.

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